Ahorraremos la leyenda que adorna toda la creación de su "Réquiem". Sí diremos que la misma fue un encargo del conde de Walsegg, músico aficionado cuya esposa había fallecido, con el propósito de hacer pasar la obra como propia para homenajearla. Walsegg se valió de un misterioso personaje como intermediario ante Mozart. Todo lo cual turbó al autor y acrecentó sus temores y problemas de salud, que acabarían llevándole a la tumba antes de completar el encargo. Mozart tendrá tiempo de dejar prácticamente finalizados o planteados al manos la mitad de sus movimientos, aunque será su discípulo Süssmayr, conocedor y plenamente partícipe del espíritu musical del maestro, quien culmine esta misa de difuntos. "Rex Tremendae", quinto de los catorce movimientos que la integran, es uno de los pasajes corales polifónicos más espectaculares del genio de Salzburgo. La pieza aunará la referencia a la grandeza divina en su comienzo ("Rey de majestad tremenda a quienes salves será por tu gracia"), con el doloroso intimismo final de predisposición a la muerte ("¡sálvame, fuente de piedad!").
Hemos querido adjuntar dos versiones de nuestra propuesta. La primera, más intimista y con un limitado grupo musical y coral, es una grabación sencilla pero que permite apreciar con nitidez la complejidad polifónica vocal de la composición, corriendo a cargo de Seraphic Fire and the Sebastians, bajo la dirección de Patrick Dupré Quigley. La segunda, una de las más afamadas de este "Réquiem", corre a cargo de la Orquesta Filarmónica y Cantores de Viena dirigidos por Herbert von Karajan y en ella se puede apreciar en plenitud la grandiosidad de esta pieza.