"Cuando yazca en la tierra, que mis errores no turben vuestro corazón, recordadme pero olvidad mi fatal destino". Este sentido lamento expresa la reina Dido a su doncella, antes de inmolarse en una hoguera ante la marcha de su amado Eneas, en la obra de Henry Purcell, "Dido y Eneas", primera ópera nacional inglesa, basada en "La Eneida" de Virgilio. El aria que hoy te proponemos como canción, ha sido interpretada y adaptada en incontables ocasiones por toda clase de artistas, no solo de ópera. Su acertada sencillez musical y la hondura del sentimiento que su letra expresa, le han otorgado su enorme popularidad, siendo una de las piezas más recordadas de Purcell, sin duda el más grande compositor barroco inglés.
La adaptación que hoy te proponemos, corre a cargo de la escocesa Annie Lenox, mítica cantante del famoso dúo ochentero "Eurythmics", icono y musa del pop británico, muy comprometida con diversas causas. En esta versión, hecha telemáticamente y publicada esta mismo mes, Lennox vuelve a grabar un tema que ya editó hace diez años. Lo hace en plena pandemia, como un sentido lamento frente al deterioro constante que sufre nuestro planeta y en apoyo a la organización Grennpeace. Para llevar a cabo esta compleja grabación, ha contado con la colaboración de 276 componentes del coro London City Voices, dirigidos por Richard Swan.
Este californiano de nombre John Paul Larkin, pero conocido artísticamente como Scatman John, nacía allá por 1942. Con una marcada tartamudez desde que comenzó a hablar, al llegar a la adolescencia se refugió en el piano y en el jazz: "me escondí tras el piano y la música para no tener que hablar" declaró en alguna ocasión. Pronto pudo comprobar que sus circunstancias expresivas encajaban bien con una modalidad jazzística que practicaban algunos grandes intérpretes como Louis Armstrong o Ella Fitgerald: el scat, consistente en cantar una melodía con palabras o sonidos improvisados. Un ejemplo de esta práctica lo tenemos en el tema "Sign Of The Times" de Bob James en este mismo blog. El caso es que Larkin se dedicó durante años a su faceta como pianista en clubes de California, sin llegar a alcanzar especial notoriedad. Además, su adicción a las drogas y el alcohol, limitaba su proyección personal y artística. Muy influenciad filosófica y estéticamente por el gran pintor surrealista belga René Magritte o ensayistas como Foucault o Adorno, Larkin acabaría superando sus adicciones. Instalado en Europa, ya en los noventa, y de la mano de su última pareja, se adentraría en nuevos proyectos musicales, fusionando el scat con ritmos dance o hip hop.
En 1994, ya como Scatman John, Larkin alcanzaría el estrellato mundial con esta popularísima e ingeniosa canción que hoy te proponemos. En ella, el artista habla en primera persona de su tartamudez y el scat, acompañado de un logrado vídeo muy vitalista pero en blanco y negro, acorde con la sobria estética del cantante a lo Magritte. Aunque nunca repetiría un éxito como el de esta canción, Larkin no abandonaría la fama hasta su fallecimiento, cinco años después, debido a un cáncer de pulmón.
Este judío canadiense es, sin duda, uno de los artistas más destacados norteamericanos de las últimas décadas. Desde sus comienzos como poeta, aún adolescente, hasta su carrera como músico y cantautor, ya entrado en la treintena, Cohen desarrolló una fructífera faceta creativa, si bien sus comienzos como poeta no fueron fáciles ni exitosos. Muy influenciado por autores como Henry Miller o García Lorca, a pesar de lograr cierto eco en su país, la falta de un mayor reconocimiento le empujaría a su carrera como cantautor. Pronto adquiriría popularidad en esta faceta, gracias a títulos como "Suzanne", "So Long, Marianne" o "The Partisan". Con un estilo intimista, suave, una voz grave y una cuidada estética, Cohen se mantuvo siempre en primera línea musical. Y lo hizo cantando hasta su muerte, a su pesar, ya que la gestión de su representante le dejó deudas e hipotecas que le obligaron a ello. Sin abandonar su faceta de poeta, la música le colmó de éxito y popularidad con temas, además de los ya mencionados, como "Hallelujah", "Dance Me To The End Of Love" o "Take This Waltz".
De carácter depresivo, solitario y sentimental, consumió drogas en su juventud y fue adicto a los antidepresivos. Mujeriego empedernido, mantuvo innumerables romances y relaciones más o menos estables, con mujeres como Janes Joplin, Marianne Jensen, Suzanne Elrod, Joni Mitchell, Dominique Issermann, Rebecca de Mornay o la referida representante, Kelley Lynch. Perfeccionista al extremo, contradictorio y buscador incesante de la espiritualidad, fue criado en el judaísmo, se acercó a la figura de Cristo y llegó a recluirse durante años en un monasterio zen. Seductor impenitente, tímido, cortés y elegante a partes iguales, obtuvo numerosos reconocimientos literarios y musicales, entre ellos el premio Príncipe de Asturias de las Letras en el 2011.
Fallecido en 2016, hace un año su hijo editó el tema póstumo "Happens To The Heart", en donde Cohen susurra uno de sus poemas escritos durante su reclusión monástica, con un delicioso contenido metafórico, contradictorio e irónico, y una elegancia y sobriedad interpretativa y musical de primer orden, y en donde no queremos dejar de reseñar la aportación del guitarrista zaragozano Javier Más, que le acompañó en los escenarios los últimos años de su vida y ante el que Cohen, para vergüenza del español, se arrodillaba en cada concierto en reconocimiento a su labor. Indicar finalmente, cómo no nos hemos resistido a incluir también un vídeo del emotivo discurso de agradecimiento que el cantante canadiense hizo en 2011 al recibir el Premio Príncipe de Asturias, que rebela el saber hacer, la elegancia y la capacidad expresiva de este seductor artista.
Hablábamos en su día de cómo Gilbert O´Sullivan había intentado cubrir el hueco romántico que Los Beatles -singularmente Paul McCartney- habían dejado en el panorama musical británico con su desaparición en 1970. Algo parecido debieron pensar los ingleses Roy Wood y Jeff Lynne, cuando ese mismo año crearon la Electric Light Orchestra (ELO) como grupo de rock sinfónico que integraba instrumentos de cuerda en sus arreglos musicales, algo en lo que también Los Beatles fueron pioneros y a lo que igualmente ya hicimos mención en este blog, a propósito de la canción "Eleanor Rigby". Tras unos comienzos difíciles, que supondrán la salida de Wood del grupo, y ya bajo el liderazgo único de Jeff Lynne como productor, compositor, músico y cantante, la ELO irá alcanzado un mayor grado de madurez creativa y escénica, con un cuidado acople entre la banda de rock y los instrumentos de cuerda, y una progresiva popularidad que llegará a la cumbre a mediados de los setenta, con la publicación de álbumes como "Eldorado" y, muy especialmente, "A New World Record" en 1976, trabajo que contiene la canción que hoy te proponemos.
La letra, como otros temas del grupo, no escapará a la polémica en esos convulsos años, generándose una importante controversia sobre si se trataba de un alegato antiabortista, o en defensa de las ballenas, o, incluso, sobre el suicidio de uno de los violinistas del grupo. Según aclararía el propio Lynne, el tema únicamente describiría las sensaciones que pueden llegar a causar el amor y el desamor :"Es algo vivo, no te lo puedes perder, es un regalo, ¡qué terrible perderlo!", reza el estribillo. En cualquier caso, para quien quiera atender la letra y no hable inglés, adjuntamos también un vídeo de la canción traducido al castellano. Sí parece cierto que, en un principio, la historia de "Livin´ Thing" transcurría durante unas vacaciones en España. De ahí la introducción a lo pasodoble del violín, que culmina con un toque de clarín taurino, antes de la potente entrada de batería y guitarra acústica que, junto a los acertados arreglos de cuerda y coros, sustentan la gran interpretación vocal de Jeff Lynne. Un clásico imprescindible que proponemos en la magnífica versión en directo que el grupo hizo de esta canción en 2017, en un abarrotado estadio de Wembley, destacando su fidelidad a la versión original editada cuarenta y un años atrás.
Ane Brun es una de las musas de la canción noruega. Dotada de una personal expresividad artística, esta cantante triunfó en su país desde sus comienzos musicales, hace casi dieciocho años. Con un estilo intimista y melancólico, muy acorde a la imagen que tantas veces nos transmite la cultura nórdica, Brun ha ido poco a poco haciéndose un hueco en el panorama musical europeo, adquiriendo una excelente reputación en sus actuaciones en directo, casi siempre acompañada de su guitarra, aunque a veces alterne su imagen sobria, con algunos acompañamientos y performances singulares. En ocasiones también se hace acompañar de coros, orquestas sinfónicas o músicos de jazz, pero sin perder una esencia que bascula entre la canción de autor, el folk o el pop indie. De voz dulce y aguda, esta artista -que vivió de estudiante en Barcelona- ha colaborado con músicos como Peter Gabriel, o el cantante sueco, de origen argentino, José González.
Entre sus temas, destacan algunos como "Halo", "Oh Love", "These Days", "Where Friend Rhymes With End" o "Closer", la canción que hoy te proponemos. Escrita hace cuatro años, tras la muerte de su padre, este tema, aunque triste, es una llamada a la esperanza: "Cuando estás en tu hora más oscura, y piensas que nunca te recuperarás, sé que estarás bien, más cerca (...) En el amplio espectro de la soledad, intenta llenar ese espacio, extiende tus brazos, rasca las paredes con las uñas, para escuchar el sonido, sé que estarás bien, más cerca". Acompañada de un piano, impresiona su honda interpretación. Junto a esta canción, hemos querido acompañar también un vídeo con su versión del tema "All My Tears", de temática religiosa, utilizado para culminar la primera temporada de la mítica serie británica "Peaky Blinders", cuando el protagonista -un mafioso irlandés de origen gitano encarnado por Cillian Murphy- va a ser ejecutado por unos pistoleros aunque, finalmente, se libra de morir, al matar uno de los ejecutores a los otros y dejarle en libertad. Un spoiler en toda regla, para enmarcar una magnífica escena, a la que Ane Brun le aporta todo su talento musical.