Se les conoce como el "Club de los 27". Sus componentes reúnen algunas circunstancias comunes. De infancia y educación compleja, prodigios musicales desde bien jóvenes, asombraron al mundo con sus cualidades musicales, triunfaron muy tempranamente y tuvieron unas vidas intensas, polémicas, escandalosas y llenas de adicciones que les llevarán a la tumba con solo veintisiete años. Pertenecen al club nombres míticos como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain, Jim Morrison o nuestra protagonista, Army Winehouse.
La ascendencia judía de esta británica con alma negra y la influencia que desde pequeña tuvieron en ella el jazz y Frank Sinatra, le marcaron por vida. Con diez años crea una banda colegial de rap. A los quince ya se comía el escenario actuando en pubs. Formará luego una banda femenina de jazz y su desgarradora voz no pasará desapercibida a los cazatalentos musicales. Con veinte años, ya excesiva en su imagen, relaciones, conducta y consumos, graba su primer álbum "Frank", así llamado en homenaje a su ídolo Sinatra. Con un estilo blues y soul, conquistará a la crítica y saboreará el éxito. Pero cuando Winehouse alcanzará la cima musical será tres años después con "Back To Black", su segundo álbum que da título también al tema que hoy proponemos. A estas alturas, el escándalo acompaña a la cantante allí donde va. De entre sus muchas relaciones sentimentales, la más tóxica será la que mantendrá con Blake Fielder-Civil, drogadicto que sumergirá a la británica en una vida de pesadilla, con escasos momentos de lucidez en sus cortos períodos de desintoxicación. Army Winehouse nunca abandonará el escándalo, alternando composiciones y actuaciones memorables, con espantadas y conductas personales que acabarán incluso en comisaría hasta que, el 23 de julio de 2011, una intoxicación etílica acabe con su vida. Una vez más, una muerte prematura agrandará el mito de quien en vida demostró un talento y una voz descomunal para la música. Como mejor muestra de lo dicho, hemos optado por incluir el desgarrador tema referido -escrito en plena ruptura sentimental con Fielder- en una de sus actuaciones en directo.