Hablar de Paco Ibáñez es hacerlo del gran cantautor español en el sentido más ortodoxo del término. Él, su guitarra y el escenario. Y si acaso algún sobrio acompañamiento de cuerda. Su voz, profunda y austera, es su verdad. De madre valenciana y padre vasco, nació en Valencia, vivió de pequeño primero en Barcelona (donde reside en la actualidad) y luego, hasta los catorce años, en un caserío guipuzcoano familiar hasta emigrar a Francia junto a su padre, un exiliado republicano. Allí tomará contacto con la cultura y la música de la mano y bajo la influencia de los grandes cantautores franceses -especialmente Georges Brassens- y los poetas clásicos españoles (Jorge Manrique, Góngora, Quevedo o Cervantes) y del pasado reciente (Alberti, León Felipe, Blas de Otero, Lorca, Miguel Hernández o José Agustín Goytisolo). Trabará relación y amistad con algunos de ellos y con otros artistas de la talla de Salvador Dalí, Pepe Ortega, Antonio Saura (que ilustrarán alguna de sus portadas), Andrés Segovia (que le enseñará a tocar la guitarra), Imanol o Atahualpa Yupanqui. De su padre heredará la pasión por la ebanistería y por tallar a mano castañuelas de todo tipo que colecciona o regala a sus amistades.
Más cantante que autor, mantiene el mismo compromiso contestatario que en los sesenta le llevó a los escenarios, con la clara referencia del mítico concierto que en diciembre de 1969 dio en el parisino Teatro Olympia. De carácter sobrio, algo huraño y socarrón, tiene en su haber canciones tan populares como "A galopar", "La mala reputación", "El lobito bueno", "Andaluces de Jaén", "Me lo decía mi abuelito", "Como tú" o "Palabras para Julia", preciosa canción que hoy proponemos, en la que Ibáñez musica el famoso poema que José Agustín Goytisolo dedicó a su hija Julia, un compendio de sentimientos paternales que entremezcla amor, tristezas, alegrías, certezas e incertidumbres.